A
un año de Macri en el gobierno, la ola de optimismo parece haber
sido abducida por el centro de la tierra.
Este
año hemos comprobado que en realidad fue la alegría del pesimismo.
Agoreros de la pesada herencia, de medidas retractoras, del
ensanchamiento de la pobreza, del desprendimiento de derechos
conquistados, y parados desde un circulo negro, se ocuparon de
desparramar el pesimismo y llevar a la Argentina a una foto del
pasado muy pasado que la pinta con una mueca de tristeza, lejos de
una sonrisa.
Algunas
estadísticas* del día dicen que el 43,1% de encuestados
considera el primer año de gestión como negativo o muy negativo, y
que más de la mitad de los encuestados, el 51,6%, considera que
está cumpliendo con sus promesas de campaña, mientras que un 40,3
% sostiene que la situación económica del país estará peor o
mucho peor "en los próximos meses". Macri se está
comiendo su propio pesimismo.
Imposible
sonreir. Imposible ahora ser optimistas y menos que menos que algo de
esto provoque alegría. Es hora de ponernos serios y ver como tiramos
todos para el mismo lugar, para una Argentina que vuelva a incluir a
todas y todos.
*Management & Fit
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