Cuánto
hay en la memoria de aquella obra "El príncipe" de Nicolás
Maquiavelo
dedicada a Lorenzo de Medicis un príncipe de Italia; cuánto quedó
de las palabras que componen los 26 capítulos acerca de las
cualidades necesarias para que un gobernante asegure su
poder...cuánto habrá hoy en la clase política de una lectura
similar...
Cuánto
hay en la memoria de los artistas de hoy de aquellos Juglares,
artistas ambulantes de la europa medieval, que a cambio de unas monedas ofrecian sus espectáculos no solo en las plazas públicas, sino también en las fiestas y los banquetes de los
reyes y nobles...hay hoy más juglares o trovadores?...
La
globalización nos atraviesa y la incidencia de los medios masivos en
la conciencia de la humanidad no es novedad. Acuño una definición
sobre la cultura como “la conciencia de los pueblos”. Por lo que
me pregunto qué nos atraviesa hoy culturalmente para haber dado
permiso a una maraña de entretejidos frívolos que nos invadan para
desprestigiar nuestra inteligencia y nuestros valores.
Dejamos
atrás aquel concepto de la televisión de “caja boba” para
permitir una avanzada de mensajes ponzoñosos que quieren convertir
nuestros seres en cajas vacías o estupidizadas que pierdan el rumbo
y el sentido de lo verdaderamente importante.
Hay
muchas
definiciones acerca del Poder, según materia o autor que la analice.
Pero hay una generalidad que une a esas definiciones y que
las sitúa como sinónimo de fuerza, capacidad, energía o dominio.
Mas bien es una sumatoria de esas que definen y construyen la imagen
y semejanza en la sociedad de una figura de poder.
Todo
esto viene a cuenta de un hartazgo que existe producto de una
farundalización del Poder. Miente aquel artista o conductor que
diga que no ejerce poder, quien tiene la posibilidad de un micrófono
o una lapicera y que llega masivamente creando opiniones; como
también miente el político maquillado ansioso por ver encender la
luz de la cámara que le abre la ventana a millones de espectadores,
ni qué hablar de las sociedades o asociaciones (como más les guste
decir) amorosas que da lugar a un nuevo mestizaje.
Los
artistas que hablan de política no pueden hablar en nombre de la
sociedad, escudándose en “hablo como ciudadano” porque no lo son
mientras tengan la posibilidad con un acceso discursivo que los
ciudadanos genuinos no tienen. No son ingenuas sus apreciaciones
porque están teñidas de sus propias experiencias y valores.
Y
así como los artístas se politizan, los políticos se artistizan.
Confluyen ambos en una nueva ventana que apunta exclusivamente a la
notoriedad y a la popularidad, que no hace otra cosa que hacer crecer
sus egos y estimas, y por defecto el de sus adeptos y seguidores.
Confunden la política con la popularidad. Quizás, viendo sus
antecedentes y analizando sus conductas también confundan
popularidad con populismo ahora que lo pienso...
Estos
personajes han hecho del poder una farandulización. O una
farundalización del poder. En definitiva, no han hecho otra cosa más
que quitarle poder al propio poder. Han desprestigiado la herramienta
más preciada de credibilidad que una sociedad tiene de sus líderes.
Los alcances de sus oratorias no se distinguen, los límites se han
vuelto invisibles entre unos y otros convirtiéndose en marionetas de
grupos económicos que hoy los manejan. Y no hay peor ejercicio del
poder del que lo ejerce y no se muestra, que penetra silenciosamente,
cobardemente pero con toda intencionalidad. Dominar.
Es
necesario que como parte de la sociedad tomemos conciencia, y seamos
multiplicadores de la verdad, entendiendo que esta es la percepción
de la realidad. La única manera de desentrañar este ejido de
farandulización, es poniendo el foco ahí, poniendo luz a lo que
pasa y no seguir reproduciendo el show que nos muestran.
Dejen
la farándula y el famoseo, dejen la actuación de lado, basta de
acting con caras compungidas, guarden los brillos y las plumas, dejen
de buscar la mejor imágen para mostrar, guarden las ropas
uniformadas; es hora de volver a portar la celeste y blanca.
El
verdadero poder lo tiene siempre el Pueblo. Quien lo reinterprete y
no lo subestime será el elegido para volver a representarlo.
Lic.
Andrea Balleto
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