Leía una noticia que relata la liberarción de una mujer boliviana que estuvo presa un año; la cuota despavorida que tiene la noticia es que la mujer, no conocía otra lengua que la quechua, por lo tanto desconocía el tratamiento diario del procedimiento legal, dicho en criollo, era lo mismo que tener una mordaza y sordos sus oídos. Un completo estado de indefensión.
En su defensa, organismos de derechos humanos le dieron protección, voz y oídos. Luego de años de una condena discriminatoria, lograron su libertad.
Es espeluznante pensarlo. Me pongo en sus zapatos y siento en el pecho la opresión de la "(in) justicia". Cuánto habrá podido comprender y aceptar de lo que le sucedió, cómo corría el tiempo intramuro, qué cosas habrán pasado por su mente.
Imposible no comparar este caso con el de Milagro Sala...pensalo.
Pero la justicia, no es una máquina detectora de criminales o inocentes. La Justicia es el hombre. Y es hora que empecemos a visualizar quienes manejan los hilos de la balanza, y que sepan que los estamos observando, y que somos muchos los que ya no tenemos una venda en los ojos.
Desde hace un tiempo a esta parte, he prestado atención a los trabajadores de la justicia. Porque todos, desde los señores jueces, hasta el último abogado raso, (perdón que no los llame "senior") son trabajadores de la justicia. Y no es cuestión de dibujar una grieta, pero claramente hay de los dos lados grandes diferencias entre los justos y los injustos. Porque impartir justicia no se trata de ponderar cuanto hay de justo o injusto, se trata de ser imparcial, ajustarse a las leyes y derechos pero siempre, siempre, con una mirada humanizadora.
Los trajes y corbatas deben haber quitado sensibilidad a las pieles de los trabajadores de la justicia, y los manuales y tomos y tomos de bibliografías que leen y estudian, se han convertido en letras heladas que repiten como loros sin darles un sentido más que a su razón subjetiva y egocéntrica. Escuchen al abogado querellante de Milagro Sala y verán que no exagero.
Algo pasa con los profesionales en general. En algún momento se pierde la brújula de la sensibilidad. Lo veo en la Justicia, lo veo en los médicos, lo veo en los periodistas, y podría seguir nombrando profesiones.
Hay algo que está fallando en nuestra sociedad; hay en algún momento una filtración que ya condiciona el grado de humanidad con el que vas convivir con tus pares. En ese momento se da la grieta. Esa grieta puede ser un estrado, una ventanilla de atención, un teléfono de por medio, una camilla en un consultorio, un pizarrón, un escenario, un micrófono. Una grieta entre el que necesita y el que tiene lo que uno necesita. Y eso es tan amplio...desde un servicio, hasta tu libertad.
Claro que siempre el que más necesita es el que siempre está más lejos. Y ahí es donde debemos poner nuestra humanidad, nuestra mayor atención, nuestro profesionalismo. Lo que uno elige ser en la vida, siempre va a impactar en otro. La vocación en definitiva, no es solo tu elección, es también tu buen desempeño. Eso dirá que tipo de profesional sos y que tipo de persona tu profesión hace de vos.
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